martes, 14 de agosto de 2012
Mostradores centenarios en BCN
El distrito de Ciutat Vella puede presumir de contar con un buen puñado de establecimientos que superan el siglo de existencia, negocios en su mayoría familiares que han ido pasando de generación en generación sin perder ni un ápice su esencia. Café, comida, dulces y hasta camisas son algunas de las propuestas centenarias.
CAL ROS
ALMIRALL AIXADA, 7
Arroces y zarzuela
Situado a cuatro pasos de la playa de la Barceloneta, en la tranquila calle del Almirall Aixada, el restaurante Cal Ros se caracteriza por una cocina de mercado catalana con un marcado acento marinero, donde los diferentes arroces y la zarzuela son los platos estrella. «Mi abuelo abrió en 1911 y ahora trabajan también mis nietos. El negocio está en muy buenas manos», explica Ramon Cid, quien considera que el secreto del éxito está en «la constancia y trabajar bien». Su nieto, Marc Cid, reconoce que siempre es más motivador trabajar en un negocio familiar. «La idea es seguir muchos años», afirma orgulloso este miembro de la sexta generación.
CASA GISPERT
SOMBRERERS, 23
Frutos secos a la leña
La Casa Gispert lleva un siglo y medio tostando frutos secos en el mismo horno de leña, al que únicamente han añadido un pequeño motor. El techo ennegrecido por el humo es testigo mudo de la historia de este bucólico establecimiento, visita obligada de muchos turistas de Barcelona desde que apareciera por primera vez hace unos años en las guías como un oficio artesanal único. «Durante mucho tiempo Casa Gispert estuvo centrada en la venta a mayoristas, pero en 1993 la familia Margenac decidieron abrir la tienda al barrio», explica Eudald Ribas, gerente de un negocio que trabaja con cooperativas, en su gran mayoría de Catalunya.
LA COLMENA
PLAZA DEL ÀNGEL, 12
Caramelos tradicionales
«Establecimientos como la pastelería La Colmena forman parte del paisaje urbano, pero también de la memoria colectiva de la ciudad», explica Josep Maria Roig, propietario de un negocio datado en 1864 y que su abuelo cogió seis décadas después. La especialidad de siempre, continúa Roig, han sido los caramelos, los bolados y los esponjados. Su familia introdujo la pastelería y postres tradicionales como la coca de llardons, los merengues y los carquinyolis, y «nunca han dejado de hacerse», añade el propietario, quien confía en su hijo, encargado del obrador, y futuro continuador del buen hacer y prestigio de la casa durante otros 100 años.
LA PORTORRIQUEÑA
XUCLÀ, 25
Café recién tostado
El nombre de La Portorriqueña, en el número 25 de la calle de Xuclà, todavía recuerda a la fundadora del establecimiento. «Era una mujer de Puerto Rico que en 1902 abrió la tienda para vender el café de sus plantaciones», recuerda Joan Bayona, encargado del negocio desde hace 27 años y vecino del Raval de toda la vida. «Antes de trabajar aquí, desde pequeñito, ya venía a comprar», añade Bayona, quien subraya la fidelidad de su clientela. En La Portorriqueña tuestan 11 variedades de café y la mezcla «de la casa» a la vista del público cada mañana para luego proceder a envasarlo.
BAR ALMIRALL
JOAQUÍN COSTA, 33
Estilo modernista
El bar Almirall es, con sus 152 años de historia, uno de los puntos de encuentro más emblemáticos del Raval. «En 1977 mi socio y yo entramos con la idea de darle un giro. Quitamos las botas de vino del fondo, que ya no funcionaban, y pusimos mesas y sofás», recuerda el copropietario, Ramon Solé. El estilo modernista y su esencia, sin embargo, se han conservado a la perfección como «valor añadido y patrimonio histórico», añade convencido Solé. En pleno «polo cultural» de la ciudad, rodeado de museos, teatros y filmotecas, el bar reúne un público fiel y casual con un perfil variado.
SASTRERIA XANCÓ
RAMBLA, 78-80
Camisas a medida
El tiempo se ha detenido en la fachada y el mobiliario de la sastrería Xancó. Tampoco las camisas que fabrican han cambiado mucho desde que la familia fundó el negocio en 1820. «Las únicas novedades puedes encontrarlas en los tejidos o el diseño, porque la forma es básicamente la misma», explica el propietario, Tristán Xancó. Por su situación, la tienda atrae a muchos turistas que saben apreciar la buena calidad de su producto. «Aquí cualquiera puede encontrar la camisa que busca. Las posibilidades, trabajando con tantas telas y a medida, son casi infinitas», presume Xancó.
Fuente: El Periódico de Catalunya
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